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miércoles, 30 de octubre de 2013

Siguen las justificaciones de la privatización: ahora le toca quebrar a la #CFE



Quebrar a una empresa estatal para legitimar la entrada de capital privado ha sido una estrategia ampliamente usada en México para la serie de privatizaciones que ha ocurrido en el pasado. Ahora están aplicando la misma estrategia con Petróleos Mexicanos (Pemex) y la CFE.

En el caso de la paraestatal petrolera, el 25 de octubre se difundió que operaba con pérdidas de 92 mil 584 millones de pesos. La información se difundió como si esta situación se debiese a la poca capacidad de la empresa para mantenerse trabajando en condiciones adversas de operación y administración. Sin embargo, algunos expertos, como Carlos Emilio Huerta, asesor económico de Pemex, señalan que estas pérdidas millonarias se deben a que “tuvo que pagarle a Hacienda más de lo que ganó; no tiene ganancias por su régimen fiscal, no porque sea ineficiente”.



Ahora le toca el turno a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que, pese a autodefinirse como “empresa de clase mundial”, está operando con pérdidas. Según un informe de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), la CFE reportó que registra pérdidas netas de 6 mil 86 millones de pesos en el tercer trimestre del 2013.

Éste es un proceso similar al que se llevó a cabo para desaparecer Luz y Fuerza del Centro (LFC). Según el especialista Luis Rojas, quien ha trabajado en Teléfonos de México (Telmex) –antes de su privatización– y Pemex, “LFC sólo producía electricidad en la planta de Necaxa, una planta con más de 100 años, el resto de la energía la compraba a CFE. El gobierno detuvo la inversión en esta compañía. lo que la obligaba a trabajar con equipos muy viejos. Hoy a CFE también se le detiene la inversión para argumentar que hay que venderla”.

La empresa encargada de suministrar energía eléctrica al 98 por ciento de la población del país no explica las razones por las que aumentaron sus pérdidas en este periodo si sus ingresos tuvieron un avance del 1.25 por ciento comparado con el mismo periodo del 2012.

Al mismo tiempo, la CFE lanza un comunicado de prensa en el que afirma que “la Reforma Energética del Gobierno Federal permitirá el tránsito del sector energético del país hacia el futuro, impulsando el desarrollo nacional y promoviendo la creación de empleos con la disminución de los precios de la energía eléctrica”.

Este tránsito al futuro significa la entrada de compañías extranjeras que compitan con CFE para la creación de energía, como lo reconoce el propio Francisco Rojas, director general de CFE: “la reforma propiciará un escenario de competencia real en el que sobrevivan los mejores, con mejores condiciones comerciales [...] la CFE no se arredra ante la competencia”. El panorama de competencia no es halagador si, por un lado, la carga fiscal de las paraestatales es excesiva y por el otro padecen de corrupción y burocracia innecesaria.

El Gobierno Federal continúa con su estrategia de venta de la Reforma Energética que contempla prometer que “se crearán cerca de medio millón de empleos en este sexenio y 2 millones y medio de empleos al 2025” y, por si fuera poco “bajará el precio de la luz y también del gas”.

Estas promesas replican las hechas por el ex presidente Felipe Calderón cuando desapareció por decreto LFC; diciendo que el área central del país tendría mejor servicio, se harían correcciones a las insuficiencias y los gastos excesivos. También se prometió que se generarían “más y mejores empleos, que tanto necesitamos los mexicanos”. Sin embargo, la extinción de Luz y Fuerza dejó en la calle a 22 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) a quienes, hasta el día de hoy, no se les ha asignado un patrón substituto.

Crear la percepción de que las paraestatales energéticas están en crisis parece ser una técnica exitosa para impulsar la privatización.



En oposición a estas iniciativas y en defensa de las empresas energéticas nacionales, el pasado 3 de octubre se creó la Unidad Patriótica por el Rescate de la Nación, que busca aglutinar las fuerzas de distintos movimientos sociales para articular acciones coordinadas de resistencia.

Fuente: Revolución 3.0

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